miércoles, 23 de octubre de 2013

Redes

Hace años, cuando no existían los blogs ni las redes sociales, publicar un escrito ya fuera novela, ensayo, noticia o artículo de opinión implicaba la aprobación y corrección de un editor. Entonces la mayoría limitaba su comunicación escrita al ámbito privado, a esas cartas que únicamente leía el destinatario.

Ahora, sin embargo, se escribe a menudo para un público más o menos amplio. Los blogs permiten ser uno mismo autor y editor. Y redes como Facebook o Twitter recuerdan a las plazas públicas en eso de hablar para todo el que quiera escuchar.

En la red uno escoge a quién leer y yo soy bastante selectiva, no sólo en el nivel de cultura y conocimientos de los autores sino también, quizá especialmente, en su estilo y en su corrección lingüística.

A pesar de todo, constato horrorizada que se considera aceptable un grado de incorrección muy elevado. Para empezar, los signos de puntuación y la acentuación parecen estar generalmente considerados como opcionales. El uso de los puntos y las comas se diría arbitrario, al igual que el de los puntos suspensivos; el de otros signos como el punto y coma, los dos puntos, las rayas o guiones largos y los paréntesis da la sensación de estar pasado de moda, y no digamos el de los signos de apertura de la interrogación y la exclamación.

En un estadio más avanzado de desconocimiento están las faltas de ortografía, algunas tan extendidas que hay quien, ante mis críticas, ha llegado a defenderlas como correctas. Hablo de ese "haber si nos vemos", de ese "podemos darnos una vuelta por hay", de ese "me a pedido que te lo diga"... Errores que hunden mi buen concepto de quienes los cometen.

Hace años hice el CAP en Lengua y Literatura y realicé prácticas en un colegio con alumnos de los dos últimos cursos de secundaria. La experiencia fue deprimente. Me preocupó en particular que varios me entregaran redacciones sin un solo signo de puntuación: eran una sucesión de palabras cuyo sentido estaría muy claro en las mentes de sus autores pero se perdía irremediablemente en su camino a la del lector. Si a un alumno se le ha permitido llegar a los quince o dieciséis años de edad sin un buen conocimiento de su idioma y de las normas que lo rigen, es que la educación está fracasando.

Y la extensión de ese desconocimiento en la marea de internet es como la de una enfermedad infecciosa ante la cual los médicos se sienten, nos sentimos, impotentes.

2 comentarios:

  1. Estoy absolutamente de acuerdo. Se lleva consintiendo un desprecio a nuestra lengua desde hace tanto tiempo que se han tenido que abrir debates para rebajar el nivel de deterioro. Para desviar la atención, fundamentalmente.
    Por ejemplo ahora se discute sobre si es más importante lo que un texto comunica, que lo bien redactado que esté. Así, los que crean las bases de la educación se consideran disculpados. No hay problema en conjugar los verbos como a uno le apetezca y escribir que "iva a por uvas" sin que pase nada (bueno, mi corrector se pone rojo al verlo).
    En fin, en mi mano está el seguir intentando escribir lo mejor posible y en corregir, dentro de mis posibilidades, a quienes tengo cerca y quieren hacerlo mejor.
    Esperemos que alguien saque aguja e hilo para coser el saco roto.

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  2. Lo que dudo es precisamente que exista voluntad de mejorar las cosas por parte de quienes tendrían poder para hacerlo. Pero los amantes de la lengua de a pie, como tú y yo, trabajamos a pequeña escala y quizá algo consigamos, aunque sea poco. Gracias

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