miércoles, 9 de octubre de 2013

Comprensión lectora

Ayer nos desayunamos con la noticia de que, según el último informe, los adultos españoles estamos a la cola de una lista de 23 países de la OCDE en comprensión lectora y en matemáticas. Como mínimo consuelo, comprobamos que los jóvenes están más cerca de la media que quienes tienen entre 55 y 65 años, lo cual dice algo de la universalización y la mejora de nuestro sistema educativo en las últimas décadas.

He leído y oído en los medios de comunicación simplificaciones como que con esos resultados éramos poco menos que incapaces de comparar ofertas de precios o de entender el prospecto de un medicamento. Y como todas las simplificaciones que usamos (mal) los periodistas, éstas no dan una idea de lo que se valora en las pruebas en que se basa el informe.

Centrándome en la comprensión de lo leído, veo que hay seis niveles. El más bajo supone entender un texto corto de frases simples y vocabulario limitado. El más alto requiere sintetizar información compleja de varias fuentes, a veces ambigua, y cuya interpretación en ocasiones requiere conocimientos previos. En España, un 7'2% de la población adulta está en el nivel más bajo y sólo un 0'1% en el más alto. Esto sí me da a mí una idea de nuestra capacidad.

Entender un prospecto no depende tanto de la forma en que está redactado como del vocabulario que emplea; si no conocemos el significado médico de la palabra "interacciones" no sabremos valorar el párrafo referido a ellas. Y comprender en toda su complejidad la polémica sobre los transgénicos hasta el punto de poder formarse una opinión informada sobre el tema exige seleccionar las fuentes, leer mucho y tener sentido crítico.

Lo que nos lleva a la clave de todo este asunto: la comprensión lectora es una habilidad que se adquiere durante la infancia y la adolescencia pero que se desarrolla con el uso y se deteriora con la falta de él. Hay que leer toda la vida. Y deben ser lecturas heterogéneas. No busquemos únicamente lo que nos confirma en nuestras ideas previas. Someter el cerebro al reto de la discrepancia es imprescindible para aprender a razonar y argumentar.


Actualización 12:30 A partir de las cifras del INE calculo ese 0'1% en 31.000 personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario