domingo, 14 de julio de 2013

Benditas palabras

Qué felicidad dan a veces las palabras.

Hay conversaciones en las que las palabras fluyen como un río claro y fresco. Te enlazan con otra persona, te enredan en ella y te dejan la sensación de haber visitado un lugar adonde volverás una y otra vez.

A veces las palabras te descubren un universo desconocido. Te las hace llegar, verbalmente o por escrito, alguien que sabe más que tú o ha vivido más que tú o entiende ciertas cosas mejor que tú. Vienen cargadas de experiencias ajenas tan fascinantes como enriquecedoras.

Hay palabras que refuerzan vínculos. Reafirman tu pertenencia a un grupo y te ayudan a cimentar tu identidad, tu vida, a hacer planes de futuro.

Algunas palabras trascienden la vida, permanecen después de la muerte, dejándonos algo vivo de quienes ya no están, regalándonos eternidad.

Y están también esas palabras que siempre nos alegraremos de haber dicho. Aquellas con las que hicimos feliz a alguien cuya felicidad, a su vez, nos completó.

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