viernes, 19 de julio de 2013

Aprendizaje

El aprendizaje de nuestro propio idioma es una tarea que se inicia en el nacimiento y se prolonga durante toda la vida. Una etapa clave son los años en los que se nos enseñan sus reglas, sus fundamentos, sus orígenes... Si en ese tiempo no surgen en nosotros el respeto y la pasión por el lenguaje, tendremos para siempre un grave déficit.

El lenguaje nos conforma. Es la herramienta imprescindible para conocer y comprender el universo donde vivimos y a nosotros mismos, para pensar, para idear, para prever el futuro y proyectarse hacia él. Y para muchos es nuestro intrumento de trabajo.

Un periodista no puede ser un buen periodista si no domina su idioma. Una palabra mal usada cambia el sentido de una noticia. Un matiz puede determinar cómo se percibe esa noticia. Una coma mal puesta puede alterar el significado de una frase. Un término inadecuado puede suponernos incluso una demanda.

Sin llegar a tanto, un texto mal escrito es una pobre carta de presentación. Si leyendo una noticia encuentro errores lingüísticos, para mí la credibilidad del periodista cae. Porque en ese momento me pregunto: si en sus años de colegio no aprendió bien su idioma, ¿es posible que el resto de su formación haya sido igual de inútil?

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