En esta época del año somos muchos los que estamos deseando perdernos, en esa acepción de alejarnos de los lugares que frecuentamos habitualmente e ir a parar a otros quizá muy lejanos, quizá solo distintos.
Es una acepción, por cierto, que no aparece en la actual entrada del DRAE del verbo perder y su pronominal perderse. Un verbo con 27 definiciones y media docena de locuciones verbales.
Sí está una muy habitual, la que se refiere a perder el hilo o encontrar dificultad para seguir una explicación (borrarse el tema o ilación de un discurso) pero en el puesto 18, por detrás de algunas actualmente mucho menos usadas como la 17: entregarse ciegamente a los vicios, o la 16: conturbarse o arrebatarse sumamente por un accidente, sobresalto o pasión de modo que no pueda darse razón de sí.
Esto me ha traído a la memoria lecturas de mi infancia y de mi adolescencia. Por un lado, recuerdo personajes de tebeo enfurecidos a los que sus cónyuges o amigos intentaban impedir una reacción violenta diciéndoles: ¡quieto, que te pierdes!
Por otro, unos versos de un querido poeta portuense, José Luis Tejada, capaz de mezclar deliciosamente las expresiones populares y las cultas, y de plasmar en la escritura el acento de su tierra. Decían así:
No digas que nos perdemos,
estamos ya tan perdíos
que ni perdernos podemos.
Siempre imaginé que se los decía un novio de la posguerra a su amada para vencer sus últimas resistencias. Que ella le rogaba: no, por favor, Paco, que nos perdemos, y él replicaba aquello. Todo muy nacionalcatólico, muy antiguo visto desde este siglo XXI.
Ahora no decimos que fulanita es una perdida (jamás he oído ni leído esta expresión en masculino). Sí, en cambio, algo tan despectivo como que menganito está muy perdido, es decir, no se entera de nada y no tiene los conocimientos necesarios. Otra acepción que echo en falta en el DRAE. Porque hay gente muy perdida, y lo peor es cuando ocupa puestos de responsabilidad y tiene que tomar decisiones. Yo lo estoy sufriendo a diario. Por eso tengo tantas ganas de perderme...
Un añadido, una anécdota derivada de este lenguaje tecnológico de nuestros días: un día le dije a un amigo que, cuando viniera a buscarme, me hiciera una llamada perdida al móvil para bajar. En realidad le dije: hazme una perdida. Y respondió: ya me gustaría...
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