domingo, 1 de febrero de 2015

Pertenencia

Hace unos años una compañera de trabajo me criticaba por no compartir su militancia feminista. No por no compartir muchas de sus ideas, sino por no dedicar mi tiempo y esfuerzo a defenderlas. "Cada una tiene sus batallas", le repliqué, "y las mías son otras que quizá a ti te parezcan menos importantes, pero alguien tiene que librarlas".

Mis causas tienen menos fama, sin duda menos apoyos, pero son aquellas en las que creo. Y no me refiero a fe ciega sino a un convencimiento personal fruto de la reflexión y la experiencia. Muchas no he empezado a defenderlas hasta hace relativamente poco tiempo. Para pelear por algo más vale estar informado y sentirse seguro, porque toda causa tiene sus oponentes y a veces poseen más fuerza o más obstinación que tú, aunque -según tu punto de vista- no más razón.

Una de mis batallas, como sabéis si seguís este blog, es el conocimiento y la valoración del lenguaje. Las fuerzas en este campo son tan desiguales que si esperara resultados ya habría desistido. No, no los espero. En realidad, y de eso me he dado cuenta con el tiempo, mi única pretensión ya es hallar personas que compartan mi inquietud y mi preocupación. Cada vez que encuentro a una me siento un poco menos sola.

Pero tengo otras peleas. Profesionales, sociales, ideológicas... A unas les dedico más esfuerzo que a otras. Todas valen la pena. Todas merecerían un ejército de defensores. La mayoría no lo tienen.

Afortunadamente, por muy sola que se sienta una cuando decide comprometerse con una causa, con el tiempo va entrando en contacto con gente igual de comprometida o más. Cada uno opta por un grado de compromiso, en algunos casos mínimo, en otros hasta heroico; y cada uno logra sus resultados. En general basta con un cierto apoyo y algo de satisfacción personal para seguir adelante.

Y en esto el lenguaje es importante. Compartir vocabulario, jerga si queréis, da sensación de pertenencia. Utilizar las mismas palabras revela una visión semejante, unas ideas parecidas, un objetivo común.

Estuve hace dos días con un grupo de amigos con los que comparto una de esas luchas. La conversación era una reafirmación constante, nos realimentábamos unos a otros y, si hubiéramos sido menos sensatos, menos realistas, podríamos haber creído que nuestras ideas eran mayoritarias en el mundo.

Pero no. Porque durante la mayor parte del tiempo vivimos con personas de las cuales nos separan abismos mentales. Por eso valoramos más nuestra mutua compañía. Porque sabemos que lo que escuchemos y digamos estará en el mismo tono. Y nos sonará a música.





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