domingo, 6 de abril de 2014

Diccionarios

Hace unos días supe de la existencia de un Diccionario de Ingeniería. Un trabajo colectivo que ha durado diez años y que, como contaba su director en esta entrevista, requirió el esfuerzo de investigar, cotejar, traducir, sintetizar...

Los diccionarios son imprescindibles para aprender un idioma, para utilizarlo con propiedad y, en este caso, también para permitir que evolucione adaptándose a los tiempos. Crearlos se me antoja una de las tareas más complejas y a la vez más gratificantes.

Cuando se trabaja con información en otros idiomas, y más si está referida a ámbitos en desarrollo, a campos que innovan o al mundo de la poesía o de la fantasía, un problema frecuente es encontrar -o crear- la palabra en el propio idioma que corresponde a un objeto o concepto.

Hace veinte años asistí a un curso sobre Terminología que impartía el Centro de Información y Documentación Científica del CSIC. Me explicaron cómo se elige un nombre nuevo para una nueva realidad atendiendo a las reglas de la etimología, la semántica, etc. En ciencia eso supone a menudo decidir si se puede españolizar un término preexistente en inglés, que en ocasiones es ya de uso habitual en la disciplina de que se trata. En aquella época las palabras recién acuñadas tardaban mucho en conocerse fuera de los ámbitos especializados, no como ahora, cuando internet las pone rápidamente al alcance de todo el mundo. El trabajo de los expertos en terminología ya no puede realizarse con calma.

El de los traductores, por lo general, tampoco. Siempre lo he valorado como se merece, quizá porque es una de mis aficiones. Las obras literarias que crean un universo requieren un esfuerzo de comprensión y empatía por parte del traductor, le exigen que se sumerja en ese universo y lo vea en su propio idioma. He leído obras de Tolkien y de J.K.Rowling en su versión original y me habría costado mucho decidir qué palabras inventadas se debían mantener tal cual y qué otras españolizar (y cómo). Un ejemplo: la traducción de "Death Eaters" por "mortífagos" me parece francamente perfecta.

Quizá la próxima vez que veáis en un periódico un nuevo vocablo en castellano relacionado, por ejemplo, con la ingeniería biomédica, el periodista lo haya tomado de ese Diccionario de Ingeniería que hace dos semanas se presentó en sociedad y desde este lunes estará disponible en la web de la Real Academia de Ingeniería.

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