domingo, 16 de febrero de 2014

Mis palabras (3)

Este domingo semisoleado me parece un buen día para haceros partícipes de otras cuantas de mis palabras favoritas. Como sabéis, pueden serlo por su sonido, por su grafía, por su significado, por su etimología o por cualquier otra razón. Empecemos con una bien larga:

- Incertidumbre: El DRAE la define a través del antónimo "certeza", que es la "firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar". La incertidumbre es, por tanto, contraria a esa postura ciega e inamovible y, en cambio, compañera del escepticismo. Este último término me acompaña desde hace tiempo y, curiosamente, hace que me sienta más segura en este universo entrópico (también me encanta la palabra entropía).

- Secreto: Me resulta un arma de doble filo. Tenerlos es un placer; temer que se descubran, una preocupación. Cuando la leo mentalmente siempre suena como un susurro. Va de la mano del silencio y de la penumbra, dos conceptos que me invaden con frecuencia.

- Mirada: Sugiere intención, interés, curiosidad. Ver es algo tan frío como procesar las imágenes en el cerebro y ser consciente de ellas. En el acto de mirar se recogen la subjetividad, el aspecto emocional, la poesía.

- Reflejo, unida por forma y fondo a espejo: Me aleja de la idea de lo absoluto y me introduce en un mundo paralelo, teóricamente secundario, dependiente. A menudo me identifico más con el reflejo que con la realidad. Al fin y al cabo, lo que somos solo se entiende en relación con lo que nos rodea.

- Epatar: un galicismo admitido por la Academia. Algunos de sus sinónimos españoles me fascinan igualmente, como pasmar. Utilizarlos en una época en la que todo es flipar o alucinar te despega de las modas. Adjetivos como pasmado y su hermano pazguato tienen un encanto que no todo el mundo aprecia.

- Descerebrado: es de esas palabras que saboreo cuando las pronuncio, me entretengo al decirlas y termino lanzándolas como quien da un latigazo. De todas formas, la voy sustituyendo cada vez más por anencefálico, que es de uso menos habitual y me proporciona el placer añadido de epatar al destinatario.

Que tengáis un feliz domingo lleno de palabras.

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