miércoles, 14 de septiembre de 2016

Despedidas

Siempre me ha llamado la atención el valor simbólico de las despedidas. Constantemente nos separamos de personas, de lugares, ponemos fin a situaciones. Pero la despedida es algo solemne que reservamos para las separaciones importantes. No me refiero al hasta mañana a los compañeros de trabajo o al hasta luego a la familia. Hablo de algo que termina, sobre todo si termina para siempre. Los adioses que son hasta nuncas, los deseos de suerte que no sabremos si se llegan a cumplir.

Con todo, una despedida consciente es tranquilizadora: sabemos la importancia de palabras y gestos y los cuidamos. Lo verdaderamente desgarrador son las despedidas que se nos niegan, y que convierten en adiós miradas, ademanes y frases triviales que jamás habríamos elegido para eso.

Muchas personas que pierden a un ser querido sienten remordimientos por no haberle dicho nunca algo que ahora consideran esencial. De haber sabido que aquella era la última ocasión de hacerlo, le habrían expresado eso de lo que jamás habían considerado necesario hablar. Alguien desaparece y nos angustia preguntarnos si sería consciente de nuestro aprecio, si se lo habríamos dejado lo bastante claro. Recibimos la noticia de una muerte y nos asalta la terrible imagen de esa discusión o esa frialdad cuando estuvimos juntos por última vez. Y no hay consuelo.

Tengo la suerte de haber perdido a pocos seres queridos y la fortuna mayor aún de no haber dejado por decirles nada importante. Pero no siempre será así. Y como no quiero sufrir por las palabras guardadas, empezaré a entregárselas a sus destinatarios sin esperar a esa mejor ocasión que nunca suele llegar.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

También existen

Con este afán de precisión que nos caracteriza a los amantes del lenguaje, escuchar ciertas palabras o determinados circunloquios nos hace retorcernos de incomodidad. Y preguntarnos si ahora han dejado de enseñar en los colegios lo que aprendimos nosotros. Ejemplos:

- Cuyo. Estoy harta de oír en los medios de comunicación cosas como "una persona de la que se desconoce la edad". ¿De verdad no se les ocurre que lo directo, fácil y adecuado es decir "una persona cuya edad se desconoce"?

- Dimisionario. Por poco frecuente que sea en España, hay personas que dimiten. De inmediato los medios de comunicación (y la gente de a pie) empiezan a calificarlo como "el ministro dimitido" o "el director dimitido". Dimitido es uno de esos participios que no funcionan como adjetivos. El adjetivo, ya digo, es "dimisionario".

- Destituir. A veces se acuerda algún periodista de que existe ese verbo. Todos los demás usan "cesar". La avalancha es tal que hasta la RAE ha admitido este uso como transitivo y lo ha reflejado en su diccionario. Es una muestra de que, como el idioma lo hacemos los hablantes, siempre acaban imponiendo su fuerza numérica los incultos.

En cuanto a signos de puntuación:

- Los signos de apertura de exclamación e interrogación. Por favor, decidme que lo mío no es una batalla perdida, que la Academia no terminará declarando voluntario su uso, por favoooor.

- Y el punto y coma. Pero de eso ya hablé hace tiempo y no os aburriré repitiéndome.