lunes, 21 de marzo de 2016

Poesía


Según me han dicho, empecé a cantar cuando empecé a hablar, y eso fue hacia el año de edad. No tiene nada de raro. Mi madre cantaba a todas horas y mi padre lo hacía para dormirnos a mis hermanos y a mí. Tengo el sentido del ritmo de las notas asociado al de las letras con las que encajaban. Cuando empecé a estudiar literatura en el colegio, me sorprendió comprobar que esa facilidad mía para saber si dos versos tenían el mismo número de sílabas sin contarlas no era algo generalizado. La poesía, para mí, siempre tuvo música, aunque fuera silenciosa.

Sí, la poesía tiene mucho de la música: lo primero, el ritmo. Leer o escuchar poemas es como ir de la mano de alguien que te marca el paso. Y engancha. La primera vez que vi una obra de teatro en verso se me quedó la métrica en la cabeza y me salían las frases adaptadas a ella, como si fueran continuación de la obra, como si lo natural fuera hablar así.

También tiene de la música el sentimiento, la pasión. Si bien las palabras de los poetas no son distintas de las de los prosistas, lo que dicen sí lo es. La poesía tiene la capacidad de abrirse paso hasta lo más profundo de ti, hasta zonas recónditas y sentimientos apenas exhibidos...

...aunque existe también la prosa poética: sin rima, sin una estructura marcada, pero con una magia inconfundible. Posee además esa discreción que le permite pasar inadvertida hasta que la lees, no hay líneas cortadas que te avisen. No te esperas, al contrario que cuando estás ante unos versos, que la mente de quien la escribió se abra camino en la tuya hasta tal profundidad, hasta ese lugar donde guardas sentimientos que no exhibes a menudo.

Y ya no os digo nada si esas palabras están escritas para ti exclusivamente. Una carta de amor es el poema más bello y dulce del mundo.

Feliz Día Mundial de la Poesía








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