Ayer se publicó la encuesta bienal de la FECYT sobre la percepción social de la ciencia. Una cuarta parte de los españoles declara no tener interés por la ciencia, y de ellos, casi el 36% da como razón que no la entiende.
Ya he hablado alguna vez de ese "no entender", que empieza a fraguarse desde la infancia. Los conceptos se explican con palabras y es de éstas, y de quienes construyen con ellas las explicaciones, la responsabilidad de hacer comprensible una idea. Hay, es cierto, ideas muy complejas, tan abstractas que no resultan nada "intuitivas" (vocablo de moda). Pero si hay que abandonar momentáneamente los términos precisos de la ciencia o recurrir a metáforas para lograr que alguien vea las cosas claras, debe hacerse. Porque fallando la base, no hay manera de levantar el edificio. De hecho, según la encuesta nada menos que un 47% considera haber recibido una educación mala o muy mala en materias científicas y técnicas, mientras que solo un 10% dice que fue de nivel alto o muy alto y un 41'6% la califica de normal. Normal, esa palabra que para cada uno tiene un significado distinto, ay.
La encuesta, insisto, habla de la "percepción", de subjetividad. Los hablantes usamos las mismas palabras pero nunca se puede estar seguro de si lo hacemos con las mismas connotaciones, ni siquiera con el mismo significado. Como comentaba un buen amigo en su blog, una encuesta de la Unión Europea encontraba grandes diferencias en la consideración de la astrología por parte del ciudadano si se le preguntaba por ella con ese nombre o si se le hablaba de "horóscopos". Más del 40% decían que la astrología era claramente una disciplina científica, cifra que bajaba al 13% cuando el término usado era horóscopo. ¿Por qué? Por la confusión -asombrosa y lamentablemente amplia- entre astrología y astronomía.
Asimismo se confunde la homeopatía con la fitoterapia. Pero este error no se debe, evidentemente, a una similitud de las denominaciones sino a la información sesgada, cuando no intencionadamente confusa, ofrecida por laboratorios homeopáticos y farmacias.
En resumen: si rehuimos palabras que no entendemos, como isótopo; si rechazamos realidades definidas por palabras que nos asustan, como transgénico o química; si confundimos disciplinas por ignorancia, como astronomía y astrología; si aceptamos que una palabra tenga el significado que quieran darle interesadamente, como cuántico... somos candidatos perfectos a que nos engañen y se aprovechen de nosotros. No seamos tan fatuos, no creamos que entendemos lo que en el fondo escapa a nuestra comprensión. Informémonos mejor antes de opinar.
viernes, 24 de abril de 2015
domingo, 5 de abril de 2015
Traducciones (4)
Hubo una masacre hace pocos días en un campus universitario de Kenia. Kenia es un país con cierto peso en la información africana y varias agencias internacionales tienen corresponsales permanentes allí. Rápidamente llegaron imágenes y testimonios de lo ocurrido. Para un periodista los testimonios son valiosos porque ayudan a acercar la noticia al público. Pero cualquier testimonio pierde fuerza si no suena auténtico. Y eso ocurre cuando no está bien traducido.
Escuché la noticia en una emisora de radio. El periodista había traducido y doblado las palabras de un estudiante que presenció el ataque y logró huir. Se oía el principio de la frase en inglés y a partir de ahí, con una entonación desapasionada, estas palabras en español:
"La gente corría arriba y abajo tratando de poner a salvo sus vidas. Adonde íbamos, sonaban los disparos, así que estábamos como locos. Fuimos al terreno de abajo. Nos quedamos en una sala, nos sentamos en el suelo y continuaban los disparos, así que decidimos salir y arriesgarnos a buscar refugio fuera de la escuela."
El error de esta "traducción" es que las frases resultantes no son españolas. La construcción, las expresiones, se mantienen en inglés y solo se cambian las palabras de ese idioma por las del nuestro. Era imposible pensar en ese estudiante como en un ser real que narraba una experiencia terrible. ¿Cómo lo habría contado un español? Quizá así:
"La gente corría de un lado a otro tratando de ponerse a salvo. Pero fuéramos adonde fuéramos se oían disparos, así que estábamos histéricos. Corrimos a la zona de abajo y nos escondimos en una sala. Pero, como seguían los disparos, decidimos arriesgarnos a salir y tratar de escapar del campus."
A fuerza de leer noticias de agencia en otro idioma, hay periodistas a quienes se les olvida que se expresan en español. Pero el público nota la diferencia entre lo que el informador escribe y lo que maltraduce, y quizá se pregunte si de verdad entiende ese otro idioma y si se puede fiar de lo que le cuenta cuando sus únicas referencias están en otra lengua. Podría tener el temor de que el periodista haya entendido algo mal.
No sé hasta que punto sonar naturales a los lectores, espectadores u oyentes es una condición para la credibilidad. Quizá estoy siendo demasiado crítica . Pero el objetivo de una traducción es permitirnos leer u oír en nuestro idioma lo escrito o dicho en otro. No con palabras de nuestro idioma sino en nuestro idioma. Si no lo hacemos bien, se levanta una barrera de incomodidad, tal vez de duda. Y en mi caso, de indignación.
Escuché la noticia en una emisora de radio. El periodista había traducido y doblado las palabras de un estudiante que presenció el ataque y logró huir. Se oía el principio de la frase en inglés y a partir de ahí, con una entonación desapasionada, estas palabras en español:
"La gente corría arriba y abajo tratando de poner a salvo sus vidas. Adonde íbamos, sonaban los disparos, así que estábamos como locos. Fuimos al terreno de abajo. Nos quedamos en una sala, nos sentamos en el suelo y continuaban los disparos, así que decidimos salir y arriesgarnos a buscar refugio fuera de la escuela."
El error de esta "traducción" es que las frases resultantes no son españolas. La construcción, las expresiones, se mantienen en inglés y solo se cambian las palabras de ese idioma por las del nuestro. Era imposible pensar en ese estudiante como en un ser real que narraba una experiencia terrible. ¿Cómo lo habría contado un español? Quizá así:
"La gente corría de un lado a otro tratando de ponerse a salvo. Pero fuéramos adonde fuéramos se oían disparos, así que estábamos histéricos. Corrimos a la zona de abajo y nos escondimos en una sala. Pero, como seguían los disparos, decidimos arriesgarnos a salir y tratar de escapar del campus."
A fuerza de leer noticias de agencia en otro idioma, hay periodistas a quienes se les olvida que se expresan en español. Pero el público nota la diferencia entre lo que el informador escribe y lo que maltraduce, y quizá se pregunte si de verdad entiende ese otro idioma y si se puede fiar de lo que le cuenta cuando sus únicas referencias están en otra lengua. Podría tener el temor de que el periodista haya entendido algo mal.
No sé hasta que punto sonar naturales a los lectores, espectadores u oyentes es una condición para la credibilidad. Quizá estoy siendo demasiado crítica . Pero el objetivo de una traducción es permitirnos leer u oír en nuestro idioma lo escrito o dicho en otro. No con palabras de nuestro idioma sino en nuestro idioma. Si no lo hacemos bien, se levanta una barrera de incomodidad, tal vez de duda. Y en mi caso, de indignación.
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