Como cada año, la RAE ha publicado la lista de palabras y acepciones que ha decidido incorporar a su diccionario. Y, como cada año, muchos tenemos nuestra propia opinión favorable o contraria a una o varias de esas inclusiones.
A veces la RAE tarda décadas en incluir palabras de uso habitual y consolidado, (como ocurrió con "autobusero"). Incluso llega a incorporarlas cuando ya están, por así decirlo, pasadas de moda. Y otras veces da la sensación de que se precipita dando entrada a voces que no parecen tener mucho futuro en nuestras conversaciones.
Por el contrario, a veces buscas una palabra oída mil veces en tu infancia y ahora casi olvidada, pensando que estaría recogida desde hace siglos... y no.
Un ejemplo: "mijita" o "mijilla". ¿Quieres más carne/arroz/tarta? Sí, pero una mijilla nada más. ¿Te ha gustado la película? Ni mijita, he estado a punto de salirme del cine.
Y sus derivados "mijurria" y "mijurrilla". Pero hijo, ¡cómo vas a poder con esa caja tan grande, si eres una mijurria! Claro que te cojo en brazos, mijurrilla, estarás cansada de tanto andar.
He buscado en dos libros de mi biblioteca: El habla de Cádiz y El habla de El Puerto, pensando que quizá eran localismos. En el primero, ni una mención. En el segundo venían "migita" y "migitita" con el significado de "un poco". Bueno, algo es algo.
Tras la decepción de no hallar ninguna de estas voces en el diccionario de la RAE, me animó encontrar otra de las palabras de mi entorno familiar: "chuchurrío". Pero me resulta escasa la definición que le da: "marchito o ajado". Mi madre, por ejemplo, la usaba en muchos otros sentidos. Un vestido recién planchado podía quedar chuchurrío si no tenías cuidado al sentarte y lo dejabas deformado y lleno de arrugas. El pelo, vistoso y con volumen nada más salir de la peluquería, terminaba aplastado y chuchurrío después de dormir. Si no montabas bien la nata te quedaba chuchurría.
Tampoco parece conocer la RAE las acepciones de "escamondar" que se usaban en mi casa. Quitar las hojas secas de los árboles o lo superfluo de algo no es el sentido que yo aprendí de esa palabra. Escamondar era limpiar a fondo. Podías limpiar la casa por encima ("lo que ve la suegra", decía mi madre) o escamondarla, dejarla como una patena. En el libro antes mencionado, El habla de El Puerto, viene "escamondado" como limpio, a secas; en el de El habla de Cádiz ni se menciona. Por supuesto, en mi casa se pronunciaba "escamondao".
La próxima vez que vaya por la tierra de mis padres indagaré su significado y su vigencia.
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