Hace mucho tiempo que las campañas electorales, al menos en
este país, no sirven para lo que deberían. Los políticos ya no desglosan sus
programas, ya no prometen nada (lejos quedó aquel “puedo prometer y prometo” de
Suárez). Salvo error garrafal, no se pillan los dedos de palabra; algunos, ni
por escrito: ya estáis viendo que se puede hacer campaña y concurrir a las
elecciones sin programa electoral. Una campaña parece solo una justificación
para que los políticos dispongan de espacio extra en los medios y para que
algunos periodistas intenten hacerles decir lo que no quieren decir.
No hay político de cierto nivel que no cuente con asesores
de imagen, jefe de campaña, equipo de comunicación… que le aten corto. Tienen
instrucciones claras, listados de palabras y expresiones que evitar o que
repetir hasta la náusea. ¿Habéis prestado atención a los fragmentos de mítines
recogidos por los medios?, ¿a las entrevistas? Hay términos que todos tienen en
la boca. Recuperación, regeneración, crecimiento, empleo, sanidad, educación,
justicia, igualdad. Otras son patrimonio de quienes no las temen, como corrupción,
amiguismo, saqueo o imputados. Son palabras ariete, para arremeter contra el
rival peligroso, al igual que expresiones del tipo “si ganan, se acabó la
libertad”, “o nosotros o el caos/desastre/hundimiento/crisis/ruina…”
Se distingue fácilmente a los no profesionales, los que
llegan a la política después de media vida (o una vida entera) en tareas
socialmente más valoradas como la judicatura o la enseñanza. Muchos de ellos,
no todos, tienden más a responder a las preguntas de los periodistas que a
escaquearse y colocar su discurso; más a presentar sus propuestas que a
demonizar al contrario; más al mensaje de trabajo que al del miedo.
En mi ciudad y en mi comunidad autónoma hay de los dos
tipos. Resulta curioso escuchar el mismo día entrevistas a unos y a otros. Algunos
te parecen personas con quienes sería interesante conversar. No tienen
consignas o no están atados a ellas. Da la sensación de que dicen lo que
piensan. Y eso, hoy en día, es la mayor incitación a votarles.