La idea que tenemos de algunas palabras no siempre se ajusta a la definición que da el diccionario. De hecho, hay definiciones que se alejan considerablemente del significado con que usamos esos términos. Veamos algunos:
- Respuesta. Tiene media docena de acepciones en el DRAE. La primera es: "Satisfacción a una pregunta, duda o dificultad". Sin embargo, los periodistas estamos acostumbrados a que un amplio número de personas, buena parte de ellas políticos, no tengan esa definición en mente cuando se les hace una pregunta. "No me ha respondido" es réplica habitual del periodista. No, quien se sometía a las preguntas no ha satisfecho la duda o interés; lo que ha hecho es hablar, marear la perdiz, salir por peteneras, irse por los cerros de Úbeda, ser ambiguo, cambiar de tema...
- Lejos. Según el DRAE, significa "A gran distancia, en lugar distante o remoto". Pero la distancia pocas veces la aprecian igual personas distintas o en diferentes momentos. Es más grande cuanto más pequeña quisiéramos que fuera. Hoy en día se asocia a la comunicación. La expresión "ya no hay distancias" se ha escrito y pronunciado infinidad de veces desde que la telefonía alcanza cualquier rincón y existe internet, y, sin embargo, la habitación de al lado puede ser un lugar remoto. Ahora si estamos lejos es porque queremos, lo cual es una opción absolutamente respetable.
- Felicidad. Aquí no recurriré a diccionarios porque, por muchos esfuerzos que hayan hecho los filósofos, sociólogos, psicólogos, etc. por definir la felicidad, cada uno de nosotros dudaría a la hora de explicar cómo se siente cuando cree sentirse feliz, qué lo coloca en tal estado y qué lo saca de él. De hecho, la felicidad se ve mejor en perspectiva y es más fácil recordarla que reconocerla.
- Amistad. Poco tiene que ver la definición del DRAE con la que se deduciría del uso actual de la palabra. "Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato", dice la Academia. Los amigos que comparten café, trabajo o aficiones con nosotros rara vez se ajustan a eso. Los de las redes sociales, tampoco. Más de una crisis de amistad ha surgido cuando ha llegado la hora de comprobar si esa persona de verdad siente afecto por nosotros, si es desinteresado y si es fuerte.
- Entender. Nada más falso a veces que ese "ya te entiendo" o "sí, lo he entendido". El entendimiento y la comprensión pueden ser esquivos, difíciles, trabajosos. Usamos la palabra más como fórmula que otra cosa.
Seguiré otro día.