Ciertas locuciones tienen hechos un lío a muchos usuarios del español. Lo deduzco de la frecuencia con que se usan mal o se confunden con otras parecidas. Unos pocos ejemplos:
Cuando menos / cuanto menos: La primera se usa con el significado de "al menos"; la segunda establece una correlación semejante a "cuanto más" ("cuanto menos duermas, más cansado estarás"). Pero hay quien utiliza la segunda en lugar de la primera. Esto lo acabo de leer en un periódico digital: "Un informe... que ofrece una imagen cuanto menos distorsionada sobre lo ocurrido".
Mientras / mientras que: La primera significa "durante" o "en tanto" ("oigo música mientras trabajo"); la segunda equivale a "en cambio" ("ella tiene trabajo mientras que su hermano está en paro"). No pensemos que son sinónimas.
Hasta que: Indica el término de una acción. Por algún motivo, mucha gente le añade un "no" sin ningún propósito de negación. Lo correcto es "no podré salir hasta que abras la puerta" y no "no podré salir hasta que no abras la puerta". Dejemos el "no" para cuando sea necesario ("no saldré hasta que ya no llueva").
También nos liamos mucho con las concordancias. Otros pocos ejemplos:
Los miles de: "Los" acompaña a "miles" y va en masculino porque ese sustantivo lo es. El hecho de añadir un complemento femenino al nombre no debe confundirnos. Nada de "las miles de personas", como he oído esta mañana en la radio a una conocida periodista.
Le / les: Frases como "Hay que decirle a los ciudadanos la verdad" indican confusión respecto a qué alude ese pronombre. Ese "-le" no debe concordar con "verdad" sino con "ciudadanos" y, por tanto, debe ir en plural. Invirtamos la frase: "A los ciudadanos hay que decirles la verdad". ¿Se ve más clara la relación?
Por cierto, en las expresiones "ver claro", "estar claro", "tener claro" y similares, ese "claro" es adjetivo, no adverbio, y debe concordar con el sustantivo correspondiente. Nada de "no tengo claro la relación entre las dos cosas".
Como es habitual, esta entrada me la han inspirado los errores que detecto en los medios de comunicación. Así que hago un ruego: ¡que vuelvan los correctores de estilo cuanto antes, por favor!
jueves, 12 de septiembre de 2013
lunes, 9 de septiembre de 2013
Modas (2)
Se me acumula el trabajo. Voy anotando palabras y expresiones al vuelo y ya se hace necesaria la segunda tanda de condenas a modas lingüísticas que algunos, periodistas y políticos sobre todo, diseminamos por las desprevenidas mentes de quienes nos leen o escuchan.
Preguntado por: Quizá alguien lo vio en medios extranjeros, en idiomas en que es correcto, y lo adoptó para el español sin pararse a pensar que, de los complementos que acompañan al verbo preguntar, lo que se pregunta es el complemento directo y la persona a quien se pregunta es el complemento indirecto. Por tanto, no se puede convertir la oración a la voz pasiva poniendo éste último como sujeto. Más claro: si digo "Le preguntaron a fulano su opinión" no puedo pasar a decir "Fulano fue preguntado por su opinión" ni, por tanto, "Preguntado por su opinión, fulano dijo...". Hay opciones gramaticalmente correctas como "A la pregunta de... fulano respondió..." o cambiar el verbo preguntar por interrogar, cuyo complemento directo sí es la persona interrogada.
En primera persona: Esta expresión se refiere a cómo está narrado un relato. Si el escritor cuenta lo que le ocurre a un personaje, lo hace en tercera persona, y si habla de lo que le sucede a él mismo, lo hace en primera. Esto también se aplica al relato periodístico. Pero aquí se ha convertido en un latiguillo que sustituye a "en persona" o que se añade innecesariamente. Así, un vecino nos cuenta "en primera persona" cómo los bomberos lo han rescatado. Y digo yo, ¿en qué otra persona lo va a contar?
La climatología y la meteorología: Parece que nos resulta vulgar hablar del "tiempo". Una frase de un compañero periodista: La etapa de la Vuelta Ciclista a España ha estado condicionada por la climatología. Otra frase: La meteorología dificulta la extinción del incendio. O sea que ¿la ciencia que trata de la atmósfera y de los meteoros aviva el fuego?; ¿el conjunto de las condiciones propias de un determinado clima hace que varios ciclistas resbalen en la carretera mojada y se caigan? No usemos como sinónimos de tiempo atmosférico los nombres de ciencias que lo estudian. (Por cierto, "metereología" no existe.)
Hoja de ruta: Cada vez que en una noticia de agencia redactada en inglés veo escrito "road map" me apuesto mentalmente un euro a que el redactor de turno lo traducirá como "hoja de ruta". Y gano. Es una expresión que los periodistas hemos importado de los políticos. El DRAE define "hoja de ruta" como "Documento en el que constan las instrucciones e incidencias de un viaje o transporte de personas o mercancías" pero lo usamos siempre con el sentido de "plan de acción" o "estrategia". El término gusta y ahora parece que "plan" o "estrategia" o "guía" o "mapa" a secas no existen.
Sí o sí: ¿Qué puedo decir? El primero que se expresó así fue original, ingenioso. Ahora se lee y se oye hasta la náusea. Los periodistas deportivos se llevan la palma. Aplaudiré al primero que en vez de decir "hay que ganar sí o si" recupere aquel olvidado "no podemos perder".
Ganar de: También en el ámbito deportivo nació (no sé cómo), arraigó y se hizo fuerte esta moda de sustituir el "por" de siempre por ese "de" que parece identificar a los que saben del tema. Si yo, periodista no especializada en información deportiva, digo que la selección española de baloncesto ganó a la polaca por veinte puntos provocaré una mirada de desdén entre los expertos, quienes dicen, claro, que "ganó de veinte". Es una de las pocas victorias de la preposición "de", actualmente temida u odiada por muchos, como comentaré otro día.
Entrenar: Y ya que estamos, deportistas y periodistas del gremio le robaron en su día al verbo entrenar la posibilidad de ser reflexivo. Antes el entrenador entrenaba y los deportistas se entrenaban. Pero ese "se" ha muerto, aplastado por el desprecio.
En la próxima entrega pienso abordar los tiempos verbales. Os adelanto: el subjuntivo está de moda, el imperativo no.
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